domingo, 17 de abril de 2011

El maravilloso mundo de los chinos

La cultura china está llena de dragones. Cuentos de dragones que echaban fuego por la boca y con los ojos brillantes que quemaban como soles.
En China hay muchos cuentos de princesas que fueron raptadas por dragones y se las llevaron a sus cuevas para tenerlas como esclavas a su servicio y etc. etc. . ...
Un niño chino, de familia pudiente, se había criado con toda clase de regalos y atenciones y con cuadros de dragones por las paredes y alfombras de dragones por los suelos y cuentos de dragones y princesas por las estanterías.
Es normal que, rodeado de toda esta parafernalia, llegase a la conclusión de que su vocación era dedicar su vida entera a la persecución y caza de dragones para salvar a la humanidad del infierno que significaba convivir con estas alimañas atacando las ciudades y raptando princesas cuando menos te lo esperabas. 
Su padre no pensó quitarle ese capricho que más bien era una vocación altruista pero le aconsejó que antes de emprender esa tarea debería estudiar varios años en un dragonario donde le enseñarían la mejor manera de cazar y matar dragones.
En China existían escuelas especializadas para estos menesteres donde los niños semidragonistas serían guiados en su vocación de salvar a la humanidad. Escuelas dragonarios que eran subvencionadas por el gobierno para que la mitad de la población siguiera entretenida con estas creencias absurdas y descabelladas.
Pasó el niño toda su juventud estudiando la teoría y haciendo prácticas para llegar a ser uno de los mejores cazadores de dragones pero cuando ya se pensaba bien preparado, su padre no estaba dispuesto a que se fuera por el mundo a correr tantos peligros y pudo convencerle que siguiera estudiando unos años más en academias especializadas y se doctorase y consiguiera un master (Quería retenerlo en casa a toda costa).
Cuando hubieron pasado algunos años más, el joven ya maduro, no podía aguantar sus ansias de cazar dragones para salvar a la humanidad. Su padre tampoco pudo aguantar más y en cierto momento tomó la determinación de informar a su querido hijo que los dragones no existían y tendría que dedicar su vida a otras actividades.
Cada cual, a su manera de entender la vida, que se imagine el disgusto de aquel hombre ya maduro después de perder media vida estudiando y practicando el arte de cazar dragones para evitar que raptasen vírgenes princesas y se las llevasen a sus infernales cuevas como esclavas.
Imaginad también a un joven, ya maduro, que no sabía hacer otra cosa y la desilusión y abatimiento ante una situación inesperada. Algunos amigos de su padre y algunos profesores de los colegios le confirmaron la triste realidad pero nadie consiguió darle algún consejo que le animara a seguir viviendo engañado.
Un viejo del lugar, sabio por ser viejo, le ofreció un consejo. Le confesó que tampoco tenía remedio que ofrecerle pero había oído decir que en Europa, en una ciudad llamada Roma vivía un señor muy sabio, un señor al que todos llamaban Papa.
Como su padre tenía muchos dineros y mucho cariño a su querido hijo no dudó un momento en prepararle el viaje, incluso acompañado de criados para que no corriese peligro alguno y volviese a casa sano y salvo.
.- Señor Papa, le dijo cuando estuvo en su presencia, me han informado que usted podrá aconsejarme sobre como reconducir mi vida después del desengaño.
Una vez  que terminó de contarle su desgracia al Papa y de confesar que había llegado a pensar en el suicidio porque no sabía hacer otra cosa, observó como el Papa le sonreía y de forma socarrona le decía.
.-No sufras, muchacho, que a la mayoría de los humanos nos ha ocurrido lo mismo y a la vista está como lo solucionamos. Tu problema tiene fácil solución.
Dado que has pasado media vida estudiando la manera de cazar dragones y que estás doctorado en esa ciencia, lo que debes hacer es montar una academia para enseñar a tus paisanos a cazar dragones. Ellos te lo agradecerán.
Ambos fueron felices y comieron perdices.



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